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¿Eres de los que gastas dinero sin darte cuenta?

Las empresas tienen un único objetivo: vender sus productos y servicios. Y cuentan con experimentadas técnicas para que tú, consumidor, acabes comprando cosas que, la mayoría de las veces, ni necesitas ni te habías planteado. A continuación podrás encontrar varios ejemplos de estos gastos que pasan desapercibidos pero que nos hacen un poco más difícil el llegar a fin de mes:

Cuotas mensuales y renovaciones

No nos engañemos, a la hora de contratar un servicio muy poca gente (por no decir ninguna) se lee la letra pequeña (los llamados términos y condiciones). La ley exige que las empresas nos ofrezcan esa información de una forma clara y detallada, pero la realidad es que, con “confirmar” que aceptamos los T&Cs (sin leerlos), aceptamos también renovaciones automáticas, o aumentos de precios tras un período de prueba, etc.

Consejo: apunta en el calendario la fecha de renovación/cancelación del servicio y así no se te pasará por alto. Y escoge suscripciones mensuales en vez de anuales para que, si se te pasa el plazo, el coste no sea tan elevado.

Servicios que no disfrutamos

La mayoría de nosotros nos hemos apuntado a un gimnasio, clases o centro deportivo al que, tras la euforia inicial, dejamos de acudir con regularidad para, finalmente, aparecer muy de vez en cuando. Y por eso ofertan promociones anuales a precios muy bajos (pero siempre muy superiores a pagar un único mes), ya que ellos también son conscientes de esto.

Consejo: al igual que antes, paga mes a mes o clase a clase, hasta que adquieras el hábito y la constancia suficientes como para ampliar el número de sesiones y, entonces sí, te salga rentable.

Devolver una compra online

Hacer compras por Internet cada vez es más sencillo, pero devolverlas luego si no estamos satisfechos con lo que nos ha llegado a casa no es tan sencillo, ya que la mayoría de las veces nos piden que se haga con su embalaje original (¿quién no lo rompe al abrir el producto?), en un plazo determinado (que casi siempre se nos pasa) y acudiendo a un sitio específico para ello (con la pereza que ellos conlleva, ya que si lo hemos recibido en casa, ¿por qué tenemos que devolverlo en otro lado?).

Consejo: antes de comprar un producto, lee bien las condiciones de devolución y sólo si te parecen sencillas o estás muy seguro de lo que vas a comprar, adelante. Mejor no comprar que quedarte con algo que al final no vas a usar.

Ir al supermercado con el estómago lleno

Fácil de entender: si vas con hambre, acabarás comprando más de lo que necesitas y, además, muy alejado de una alimentación saludable.

Las esperas en las cajas a la hora de pagar

Normalmente hay que hacer cola para pagar y, mientras esperas, te encuentras rodeado de una gran multitud de objetos “económicos” que compramos sin pensar, como pilas, chicles, calcetines… Sé consciente, domina tus impulsos y no cojas nada.

Mejor bolsas que un carrito

A mayor tamaño del carro, más productos puedes llevar y, por tanto, más subirá la cuenta a pagar. Por el contrario, si llevamos un par de bolsas, además de ser conscientes del peso (y, por tanto, intentar hacer la compra más rápido), también veremos más rápidamente el volumen de lo que nos estamos llevando.

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